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La obesidad representa uno de los desafíos de salud más significativos de nuestro tiempo. En México, más del 36% de los adultos viven con obesidad, una condición que aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y otras complicaciones graves. Además, la obesidad es una enfermedad grave y crónica que puede llevar a otros problemas de salud.
La obesidad es una condición compleja causada por una combinación de factores genéticos, ambientales, psicológicos y sociales, además de la alimentación y la actividad física. Comprender estos factores de riesgo es esencial para la prevención y el tratamiento efectivo.
Factores genéticos. Los genes influyen en el metabolismo basal, la distribución de grasa corporal, la sensación de saciedad y las preferencias alimentarias.
Hábitos alimentarios. El consumo excesivo de alimentos ultraprocesados representa factores de riesgo que contribuyen al aumento de peso y obesidad.
Estilo de vida sedentario. La falta de actividad física disminuye el metabolismo.
Factores psicológicos. El estrés, la depresión y la alimentación emocional elevan la producción de cortisol.
Condiciones médicas y medicamentos. Trastornos como el hipotiroidismo, síndrome de ovario poliquístico y síndrome de Cushing.
Prevención temprana. Establecer hábitos saludables desde la infancia es clave para reducir el riesgo de obesidad en etapas posteriores.
Enfoque integral y apoyo profesional. El manejo exitoso de la obesidad requiere considerar aspectos médicos, psicológicos, sociales y ambientales, con la ayuda de un equipo multidisciplinario para desarrollar estrategias sostenibles y personalizadas.
Los genes desempeñan un papel fundamental en la determinación de nuestro peso corporal. La investigación científica ha identificado más de 100 genes relacionados con la obesidad, siendo el gen FTO uno de los más estudiados.
La herencia genética puede afectar varios aspectos relacionados con el peso:
Metabolismo basal: Algunas personas tienen naturalmente un metabolismo más lento
Distribución de grasa corporal: Los genes determinan dónde se almacena la grasa
Sensación de saciedad: La capacidad de sentirse satisfecho después de comer
Preferencias alimentarias: Tendencia hacia ciertos tipos de alimentos
Si tienes antecedentes familiares de obesidad, tu riesgo aumenta entre 40% y 70%. Sin embargo, es importante recordar que los genes no son el destino. El ambiente y el estilo de vida pueden modificar significativamente la expresión genética.
Los patrones de alimentación modernos representan uno de los factores de riesgo más modificables para la obesidad. El consumo excesivo de calorías, especialmente provenientes de alimentos ultraprocesados, ha transformado radicalmente nuestro panorama nutricional.
Alimentos ultraprocesados: Estos productos contienen altas cantidades de azúcares añadidos, grasas trans y sodio. Su consumo regular puede alterar las señales de saciedad y promover el aumento de peso.
Porciones excesivas: El tamaño de las porciones ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Una porción de refresco promedio pasó de 240 ml a más de 500 ml.
Frecuencia de comidas fuera de casa: Comer regularmente en restaurantes de comida rápida multiplica por tres el riesgo de desarrollar obesidad, debido al alto contenido calórico y bajo valor nutricional de estos alimentos.
Consumo de bebidas azucaradas: Una sola lata de refresco al día puede contribuir con más de 150 calorías adicionales, lo que equivale a un aumento de peso de aproximadamente 7 kg por año si no se compensa con actividad física.
El sedentarismo se ha convertido en una epidemia silenciosa. El adulto promedio pasa más de 8 horas al día sentado, lo que ralentiza significativamente el metabolismo y reduce el gasto energético total. Este estilo de vida contribuye al aumento de peso al no quemar suficientes calorías.
La falta de actividad física afecta múltiples sistemas corporales:
Reducción del metabolismo: Los músculos inactivos queman menos calorías, incluso en reposo
Resistencia a la insulina: La inactividad reduce la sensibilidad celular a la insulina
Pérdida de masa muscular: El músculo es metabólicamente más activo que el tejido graso
Alteraciones hormonales: Disminuyen las hormonas que regulan el apetito y el metabolismo
Para mantener un peso saludable, se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana, combinada con ejercicios de fortalecimiento muscular dos veces por semana.
Los aspectos psicológicos y emocionales influyen profundamente en nuestros hábitos alimentarios y peso corporal. El estrés crónico, la depresión y la ansiedad pueden desencadenar patrones de alimentación emocional que contribuyen al desarrollo de la obesidad. El estrés puede llevar a un aumento de la producción de cortisol, lo que puede aumentar el impulso por comer.
Cuando experimentamos estrés, nuestro cuerpo libera cortisol, una hormona que:
Aumenta el apetito, especialmente por alimentos altos en azúcar y grasa
Promueve el almacenamiento de grasa abdominal
Altera los patrones de sueño, lo que afecta las hormonas reguladoras del hambre
Reduce la motivación para realizar actividad física
La alimentación emocional ocurre cuando usamos la comida para manejar emociones en lugar de satisfacer el hambre física. Las situaciones que comúnmente desencadenan este comportamiento incluyen:
Estrés laboral o personal
Sentimientos de soledad o aburrimiento
Celebraciones o eventos sociales
Episodios de tristeza o ansiedad
Reconocer estos patrones es fundamental para desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables.
El entorno en el que vivimos ejerce una influencia poderosa sobre nuestras decisiones alimentarias y de actividad física. Estos factores ambientales, conocidos como "ambiente obesogénico", facilitan el aumento de peso y dificultan mantener un estilo de vida saludable.
Acceso limitado a alimentos frescos: Las áreas con poca disponibilidad de supermercados que ofrezcan productos frescos, conocidas como "desiertos alimentarios", están asociadas con mayores tasas de obesidad.
Abundancia de comida rápida: La alta densidad de restaurantes de comida rápida en un área correlaciona directamente con el aumento de peso de sus habitantes.
Diseño urbano: Las ciudades sin infraestructura para caminar o andar en bicicleta limitan las oportunidades de actividad física incidental.
Las personas con menores recursos económicos enfrentan barreras adicionales:
Los alimentos procesados suelen ser más baratos que los alimentos frescos
Menor acceso a gimnasios o instalaciones deportivas
Horarios de trabajo que limitan el tiempo disponible para preparar comidas saludables
Mayor exposición al marketing de alimentos ultraprocesados
Diversos trastornos médicos y medicamentos pueden contribuir al aumento de peso, lo que subraya la importancia de una evaluación médica integral cuando se aborda la obesidad.
Hipotiroidismo: Reduce el metabolismo basal hasta en un 15%, facilitando el aumento de peso incluso con una ingesta calórica normal.
Síndrome de ovario poliquístico (SOP): Afecta hasta el 10% de las mujeres en edad reproductiva y está asociado con resistencia a la insulina y aumento de peso abdominal.
Síndrome de Cushing: El exceso de cortisol promueve la redistribución de grasa hacia el área abdominal.
Algunos medicamentos necesarios para tratar otras condiciones pueden tener el efecto secundario de promover el aumento de peso:
Antidepresivos (especialmente tricíclicos y algunos ISRS)
Antipsicóticos
Corticosteroides
Algunos medicamentos para la diabetes
Anticonvulsivos
Si estás tomando alguno de estos medicamentos y experimentas aumento de peso, consulta con tu médico sobre alternativas o estrategias de manejo.
La prevención de la obesidad debe comenzar en las primeras etapas de la vida. Los hábitos desarrollados durante la infancia y adolescencia tienden a persistir en la edad adulta, por lo que establecer patrones saludables tempranamente es fundamental.
Infancia temprana (0-5 años):
Promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses
Introducir alimentos sólidos variados y nutritivos
Establecer horarios regulares de comida
Limitar el tiempo de pantalla y fomentar el juego activo
Edad escolar (6-12 años):
Enseñar sobre alimentación balanceada de manera práctica
Involucrar a los niños en la preparación de alimentos saludables
Garantizar al menos 60 minutos de actividad física diaria
Crear un ambiente hogareño que favorezca hábitos saludables
Adolescencia (13-18 años):
Abordar los cambios hormonales y su impacto en el peso
Promover una imagen corporal saludable
Enseñar habilidades de cocina básicas
Mantener comunicación abierta sobre nutrición y salud
La obesidad es una condición compleja influenciada por múltiples factores interconectados. Desde la genética hasta el ambiente social, cada elemento contribuye de manera única al riesgo individual de desarrollar obesidad. Sin embargo, conocer estos factores de riesgo nos empodera para tomar decisiones informadas y implementar estrategias preventivas efectivas. La falta de sueño adecuado puede aumentar la predisposición a la obesidad al afectar el equilibrio hormonal que controla el hambre y la saciedad.
El manejo exitoso de la obesidad requiere un enfoque integral que aborde no solo la alimentación y el ejercicio, sino también los aspectos psicológicos, sociales y médicos que influyen en nuestro peso. La clave está en desarrollar un plan personalizado que considere tus circunstancias individuales, factores de riesgo específicos y objetivos de salud.
Si reconoces varios de estos factores de riesgo en tu vida, considera buscar apoyo profesional. Un equipo multidisciplinario que incluya médicos, nutricionistas y psicólogos puede ayudarte a desarrollar estrategias efectivas y sostenibles para alcanzar y mantener un peso saludable.
Recuerda que cada pequeño cambio positivo cuenta. Comenzar con modificaciones graduales en tu alimentación y actividad física puede generar resultados significativos a largo plazo. Tu salud es una inversión que vale la pena, y nunca es demasiado tarde para comenzar a transformar tu estilo de vida.
Endocrinología y Medicina general Universidad Nacional Autónoma de México.
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